El broncas – «La Columna» de Francisco Ponce Carrasco

4 julio 2015 por Francisco Ponce en La columna, Todos los artículos

Cada año en fechas de julio y agosto, este artículo cobra actualidad. Un proverbio chino dice: «La rabia es una condición en la que la lengua funciona más rápido que la mente».

"LA COLUMNA" de Francisco Ponce

Este espécimen, que suele florecer con el calor del verano, piensa que todo lo que le irrita se origina en una conspiración universal contra él

Con el calor del verano, florece espontáneo, ese espécimen humano – lo de humano no es vinculante- que se irrita por todo y su violencia aumenta de manera considerable.

Sociólogos y psicólogos han intentado establecer algún paralelo entre el aumento de su agresividad y la temperatura climática, sin que existan resultados empíricos.

Es un craso error pensar que ‘el broncas’ es siempre el que conduce una furgoneta o un taxi. Hay ‘broncas’ que pueden ser altos ejecutivos, encargados de una fábrica, o ese señor anónimo de aparente compostura que en un partido de fútbol, cuando un jugador de su equipo recibe una entrada punible de un defensa del equipo rival, gritando, lo califica de asesino y le dedica alusiones gratuitas al comportamiento sexual de su señora madre. En cambio, si la entrada la realiza el futbolista de sus colores, solo merece el adjetivo de «viril».

Naturalmente, el ‘broncas’ no admite que lo sea, y está súper convencido de su razón, es más piensa que todo es fruto de una conspiración universal contra él que comienza en las antípodas y concluye en la puerta de su casa, con el sólo objetivo de provocarlo.

Existen ‘broncas’, por ejemplo, que se desfogan en la Tomatina de Buñol, que todos los años a finales de agosto celebra ésta fiesta, cuya simpatía ya ha traspasado nuestras fronteras. En su mayoría son personas jóvenes con ganas de marcha, pero estoy seguro que algún que otro ‘broncas’, se cuela para hacerse una especie de cura de estrés.

De cualquier forma, los más temibles los tenemos a veces dentro de nuestro negocio o en el interior de nosotros mismos, y es aquí donde en realidad existe el mayor peligro.

El calor, al parecer, nos llena de razones, y como dijo Descartes, «No hay nada repartido más equitativamente en el mundo que la razón: todos estamos convencidos de tener suficiente».

¡Cuidado amigos con el bochorno estival!