Naturaleza

1 noviembre 2006 por Francisco Ponce en Relatos, Todos los artículos

Madre naturaleza. Tú que enciendes de color las flores, perfumas los abriles y tiñes de ocres y amarillos los octubres, tú que en los chopos cuelgas monedas de oro en los otoños y prendes música sobre sus hojas, con la suave brisa en primavera.

Chopos de oro

Naturaleza, déjame que me pierda entre las flores y la pradera, libre, humilde, gozoso.

Permíteme que parezca joven siempre y salte sobre los obstáculos del camino con agilidad de cervatillo, vísteme de soles durante el dia y cúbreme de estrellas por la noche. No se donde voy, ni me importa; estoy de viaje y canto a los paisajes.

Un bello atardecer

Del apartado monte, lleno de encinas, tomillos, manzanilla y romeros, vengo. Peregrino soy y llevo mi bardón que vale por un cetro.

Soy bajo la luz, hasta que esta se acaba, tropel de pétalos que rivaliza alegre con las alas de las mariposas frisadas por el viento.

Déjame, naturaleza, continuar corriendo así, dichoso con mi prisa y mi canción, mi único anhelo, es que no languidezca el jubilo de seguir.

Bosque en el lago

Naturaleza mía, cuanto más viejo, más dentro de ti estoy y a medida que las primaveras y los otoños tiñen de blanco mis cabellos más te venero.

Vuelo en libertad

¡ Oh naturaleza ¡…solo quiero seguir sintiéndome pequeño; entre tu grandeza, y que de tú belleza disfrutar pueda.