Los “Reyes” hacen Mágica-Magia – La Columna

4 enero 2019 por Francisco Ponce en Cuentos infantiles, La columna, Todos los artículos

La Columna (Prensa)

Reyes-Magos-2019Las luces del centro de la ciudad resplandecen con un fulgor inusual y los escaparates están más repletos y opulentos que el resto del año

El pálpito de las noches previas al día de “Reyes” se advierte próximo. Las calles rebosan de gente entregada a la sociedad de consumo. El rugir de los motores, la impertinencia del claxon de un conductor nervioso, las escandalosas puertas de los autobuses, conformaban el bullicio urbano que se filtraba por calles y plazuelas, esquinas y recodos.

Un paseante poco habitual del centro de la ciudad, pateaba aquella zona con deportivas desgastadas y su vaquero raído. Llevaba de la mano a una niña de seis años. Su hija.

Ante un escaparate detuvieron su recorrido para ver a la muñeca “Zarina” – a la cría le temblaban las manos de gozo- su padre lo percibió.

Era casi real la muñeca “Zarina”, la misma que ella veía por la televisión una y otra vez en los spots publicitarios. La que lloraba si le apretabas la barriguita o sonreía al oprimirle la nariz. ¡Estaba allí! Con su rostro invariable y en sus mejillas un exultanteReyes-Magos-2019 rojo carmesí. Tirando del brazo de su padre lo arrastró al interior de la tienda, preguntaron el precio, ¡Era cara la endiablada “Zarina”! Tenía que pagarse el marketing.

Le enseñaron otras mucho más económicas que hacían lo mismo y también “pipí” y hasta se les podía peinar su dorado cabello de fibra. Pero claro no era la “Zarina” de la tele.

La niña tajante rechazó cualquier otra y el padre tuvo que prometerle que los “Reyes Magos de Oriente” se la traerían en la noche del cinco al seis de enero.

Los días pasaban y en el televisor no cejaban de hastiar con la condenada muñeca.

La economía de la familia era modesta y el padre empezó a odiar la tele. ¿Por qué pagar tanto por esa muñeca, si las otras costaban menos?

Cabalgata de Reyes, calles repletas de un gentío colosal, carrozas, pajes, luz, colorido, unos caramelos caen cerca la niña, se inclina a recogerlos, levanta la cabeza y ve cerca a Melchor, luego a Gaspar y por último a Baltasar, estaban allí y traían muchos paquetes, ya quedaba menos, se acostaría pronto, dormiría tranquila, había puesto su calzado en el balcón y los Reyes eran muy buenos.

*****

Sobre los zapatos de la pequeña un gran paquete: dentro “Zarina”. Unos ojos como platos en la cría. En otros ojos, un tenue velo producido por unas incipientes lágrimas de emoción.

La publicidad machacona, el consumismo, seguirá año tras año su camino y los padres continuarán siendo padrazos a pesar de que en la mesa no tengan pavo relleno, ni <<roscón>>, solo sopa de sobre y sucedáneo de turrón.