Francisco Ponce Carrasco

Las montañas enseñan – La Columna

“Montañas nevadas banderas al viento…”,

esto era la primera estrofa de una bonita canción de mi juventud, pero ahora era de verdad.

De todas las cumbres, la que más lecciones me dio fue la del Aconcagua, la montaña más alta de América.

Contábamos con la experiencia individual de cada uno y nuestra gran preparación para aportar en el sueño de llegar a la cumbre.

Por muchos es conocido, que al escalar montañas con grandes dificultades, los expedicionarios se protegen mediante una <<cordada>>.

Es en estos momentos cuando entiendes que tu vida depende de los otros, y es entonces cuando se acentúa la necesidad de confiar en las habilidades de todos.

Cada uno pone lo mejor de sí y está al cuidado del resto. Cuando escalas en escenarios de mucho frío y viento, es difícil comunicarse verbalmente, así que para cuidarnos conjuntamente cada quien tiene que ser consciente del otro y de cada paso que se da.

Si alguien resbala estamos atentos para sostenerlo y si alguien cae en una grieta, todo el equipo pone su esfuerzo para sacarlo.

En un momento la cosa se puso fea, pero lo superamos, sin embargo yo me dije:

¿Qué hago yo aquí con mi amigo? Si…

<< Cielos, nosotros amamos el mar>>

Nos bajamos en un <<plis-plas>>y ahora estamos en playa “Tranquila”, una bonita cala de una isla sin nombre.

La experiencia y los miedos también te hacen reflexionar. Por eso pensé en la frase de, Publio Siro:

«Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo»