Francisco Ponce Carrasco

Santa Eulalia (Teruel) – “Virgen del Molino” 2018 – El Ventanuco

Una tradición que cada año cobra mayor protagonismo y belleza, al tiempo que se colma de momentos emotivos

Creencia religiosa, tradición y sociabilidad se mezclan en la misa solemne y baturra que se oficia en la ermita de “Nuestra Señora del Molino”, en la localidad turolense de Santa Eulalia del Campo (Teruel).

Al fondo, refulgente, se muestra el altar mayor de un marcado estilo barroco con motivos rococó, estilo Luís XV. Está formado por dos cuerpos con tres calles, cada uno, en los que abundan tallas de ángeles y santos. En la parte central, con dulce mirada, la Virgen del Molino te recibe bajo un áureo baldaquín.

El coro de voces y guitarras en esta oportunidad recayó en el grupo “Baluarte”, quienes estuvieron brillantes en cada una de sus interpretaciones, poniendo música, devoción y patria “chica”, al evento de la <<Fiesta Mayor>>.

Dentro de estas coordenadas siempre existen motivos que resaltar, uno de ellos fue que los sacerdotes Javier Catalán Sangüesa y Kilian Cuero Ruiz oficiaban por primera vez este acto, dado que recientemente se incorporaron como titulares para el ejercicio de su sacerdocio a la localidad de Santa Eulalia, tras la jubilación del anterior cura párroco D. Pedro.

Como homenaje quiero destacar su buen hacer, empatía con los feligreses y su punto de nerviosismo-emocionado, dada la trascendencia de la misa para la localidad y ellos mismo.

Tras la Santa Misa, se realiza una corta procesión en rededor del recinto de la ermita, llevando a la Virgen del Molino en andas, por parte de los miembros de la hermandad–cofradía de la Virgen, le seguían las autoridades eclesiásticas y municipales con Blas Lanzuela (alcalde de la Villa) en cabeza, junto a los muchos lugareños y presentes que así lo quisieron.

Es de costumbre y se espera, que los feligreses “mudaos” para la ocasión, tengamos la oportunidad de reencontrarnos con amigos y vecinos, lo que añade un aliciente más, entre los residentes y veraneantes que acudimos con ilusionada complacencia todos los años.

Dentro de los muchos actos religiosos y lúdicos de las fiestas de verano en esta localidad, el que recogemos tiene un simbolismo y arraigo de gran fuerza.

Qué duda cabe que las <<emociones son motor de vida>>.