La ‘Mascletà’ es uno de los grandes actos falleros que encanta a los valencianos y sorprende al visitante.
El aroma de la pólvora, el ruido ensordecedor y el ambiente de cada ‘Mascletà’, con sus 120 kilos de pólvora en petardos de diverso calibre, hacen de este evento la cita masiva del pueblo y la más ruidosa.
No existe nada comparable y a buen seguro que la devoción por la pólvora del pueblo valenciano responde a la evocación del pasado árabe de esta tierra. Los moriscos supieron mantener viva la herencia de la alquimia china nacida en el siglo IX. En la actualidad son varias las firmas prestigiosas de pirotécnicos – sagas familiares – que gozan de un merecido reconocimiento en el mundo.
La cantidad de público que fluye en enorme torrente y que llena la plaza desde la zona de seguridad, hacia todas las calles que convergen, forman una verdadera multitud.
A las 14 horas, con puntualidad exquisita, aquella que se puede ver y marca el reloj de la torre del Ayuntamiento y desde el balcón principal del mismo, la Fallera Mayor de Valencia, anuncia por los altavoces: “Senyor pirotècnic, pot començar la mascletà!”, es entonces cuando el alma se encoje, la piel se eriza y empieza a vibrar el suelo bajo tus pies. La parte aérea es breve- normalmente en un principio y en ocasiones al final- , dejando paso a la fase terrestre que tímidamente va cogiendo fuerza y ritmo armonizando la música del trueno.
De pronto la plaza queda invadida de humo, mientras el terremoto sonoro de los ‘Masclets’ más potentes, da paso a los morteros que lanzan con fuerza las carcasas, creando un final triunfante en el cielo que arranca el aplauso unánime.
Puedes haber asistido muchas veces pero siempre exclamas con alegría un ¡Bravoooo!, tras seis-siete minutos de respiración contenida.
Durante los días 15 al 19 de marzo todas las comisiones falleras disparan al mediodía su ‘Mascletà’ particular, más o menos intensa, pero que en lugares próximos al monumento fallero le confieren un encanto singular.
Fotografía de: José Luis Vila Castañer