Francisco Ponce Carrasco

Castellnovo – Toro ‘embolao’ 2008

Suena un cohete que estalla en el cielo, negro noche, de Castellnovo, el gentío corre, el sexo femenino en su mayoría se evade. Lanzan un segundo aviso.

Por un lado de la plaza asoma en manos de los jóvenes la roja punta de una cuerda color miel, encintada para poderla pasar con facilidad por el agujero del ‘pilón’. Grueso y antiguo tronco de roble, testigo de cien noches de festejo.

(Toro embolao)

El toro ya está en su lugar, ahora viene lo difícil, lo arriesgado, lo valiente y lo bello, cuando se le han puesto los anclajes sobre el asta, a cuya punta se encuentran las bolas de esparto y resina. Es el momento. Temblorosa una joven dama aplica el fuego  que prende rápido. Alguien corta la cuerda mientras otro ‘mozo’ sujeta por el rabo al cornúpeta para frenar su alocada estampida.

Circula por  el elíptico recorrido, los valientes lo llaman  y corren  delante, otros también valientes, pero menos, salen detrás. Algún grito se escucha ante el peligro de un revolcón.

Balcones y miradores repletos de ciudadanos observando con interés el espectáculo,  desde privilegiado emplazamiento. Así, el toro ‘embolao’ recorre unas veces  la plaza otras  las calles, hasta que el fuego languidece y se apaga.

Es el momento de sujetarlo de nuevo por la testuz, llevarlo al ‘pilón’ y quitarle la prótesis de los cuernos.

Son toros entrenados para este festejo. Libre de su carga, que durante una hora soportó, marcha a los corrales con el resto de la manada.

Otro día más.