En mitad del los jardines, debidamente señalizado y protegido, me encuentro con un recinto donde muestran y practican su actividad, personas que pertenecen a la “Asociación de Profesionales de Terapia con Caballos” (APTC).
Nos saludamos, te atienden con cordialidad y con una sonrisa, ‘APTCe’ quedarse e informarse.
Se trata de un grupo que nos manifiesta:
“Para conseguir los mayores beneficios en estas terapias intervienen psicólogos, fisioterapeutas y monitores ecuestres especializados, además de caballos preparados. Los terapeutas emplean el rítmico movimiento del caballo y todos los elementos que rodean la práctica de la equitación, para tratar aquellas partes físicas o aspectos psíquicos que interesan.
Para ello disponen de un animal controlado, capaz de generar además de calor, 110 movimientos por minuto de forma tridimensional. La combinación de los ritmos, los movimientos que transmite el caballo, el calor, la postura del paciente sobre éste y su respuesta al movimiento, son lo que activa y moviliza al paciente, pudiendo conseguir estímulos que recorren toda su anatomía.
Hay que pensar que la mayoría de estas personas, pasan gran número de horas en recintos cerrados, recibiendo terapias y padeciendo lo que llamamos “síndrome de la bata blanca”. En el caso de las terapias con caballos, el paciente colabora más decididamente en este trabajo. El entorno, el aire libre en plena naturaleza, el aspecto afectivo que se crea con el caballo y el clima lúdico de las sesiones, predisponen al paciente anímicamente para su colaboración”.
Su entusiasmo, cuando nos cuentan lo que hacen contagia, lo viven con vehemencia y te introducen en unos conocimientos que animan a imitar.
Por otro lado, todo cuanto se realice con grandeza de alma y ayuda hacia los demás, merece el elogio y máximo reconocimientos. ¡Ánimo, suerte y a seguir con vuestro proyecto!