Perderse en época otoñal por parajes en donde abundan los chopos es como liberar el alma, colmar la vista con las tonalidades gualda de sus hojas, todavía prendidas en sus ramas, es como llenarse de sueños idílicos.
Luego caminar envuelto en un silencio omnímodo entre los gigantes arboles, mientras profanas la todavía fina alfombra de las primeras hojas que ya el viento meció rítmicamente hacia el suelo.
Todo queda compensado por la sensación de paz que te inunda, envuelve y hasta te acaricia el rostro con suavidad de mano materna, mano de naturaleza.