Ufana y feliz sale la vaca de comprarse su nuevo cencerro, algo triste se atisba en sus ojos, ojos de vaca mirando al tren, quizá se dejó hasta el último euro, pero radiante blanquinegra y pizpireta ha cumplido con su dorado sueño de tener un nuevo y flamante cencerro, sonoro, reluciente, para llamar la atención en sus paseos por la ciudad, pues de otra manera nadie se daría cuenta de su esbelta presencia.
El ingenio de los comerciantes es patente y es que la “crisis agudiza la imaginación” y porqué no hasta el sentido del humor, lo que agradecen los viandantes con una sonrisa, algo que en estos tiempos es difícil de encontrar ‘sonrisas’, sonrisa franca abierta y contagiosa que relaje el aspecto taciturno de las gentes inmersas en mil y un problema. ¡Sonreír cuesta tan poco y vale tanto!
Señores del ALE-HOP de la calle Navellos de Valencia. Que les vaya bien y sirva su original reclamo para incrementar sus ventas, en cualquier caso cuídenla, tener una vaca en casa, no está al alcance de todos.
Fotografía de: José Luís Vila Castañer