Este es un jardín que todavía goza de prestancia aristocrática dentro de la ciudad, no demasiado repleto de público invita a cultivar el pensamiento y el alma cercana a la añoranza. Con una superficie aproximada de 12.000 metros cuadrados, es un espacio para el reposo y el encuentro con la sensación escrupulosamente estética y naturalista.
Su origen se remonta a uno de los huertos existentes en la zona de extramuros de Valencia, propiedad de José Vich, Barón de Llaurí. Posteriormente en 1849 pasó a pertenecer a Juan Bautista Romero, Marqués de San Juan quien encargó al arquitecto valenciano Monleón Estellés, la construcción del jardín. En 1872, al morir el Marqués, pasa a su esposa, que lo deja en herencia a una de sus sobrinas Doña Josefa Sancho Cortés, quien casó con Joaquín Monforte Parrés y desde ese momento se le denomina Jardín de Monforte.
En él encontramos gran cantidad de bellas estatuas y jarrones, relajantes fuentes ornamentales, árboles y arbustos de gran belleza y antigüedad, setos recortados y zonas de flor que hacen de este jardín uno de los más bellos de Valencia.
El año 1941 es declarado “Jardín Artístico Nacional”, quedando bajo protección del Estado. Posteriormente, en 1970, pasa a propiedad municipal, restaurándose y abriéndose al público en 1973, tras la rehabilitación del Palacete y del trazado artístico neoclásico del jardín. Se afirma, con justicia, que este lugar es: “El último jardín histórico-artístico del siglo XIX que queda en la ciudad de Valencia”.
Contiene 33 estatuas de mármol, abundancia de fuentes y surtidores, un gran estanque con forma de flor de nenúfar, destacando los grandes ejemplares de magnolios, laureles y ginkgos
Recuperado para la ciudad por el Ayuntamiento de Valencia, después de la riada de 1.957 que lo dejo seriamente dañado, fue abierto al público en 1.972, gestionando su mantenimiento la Fundación Pública Municipal de Parques y Jardines Singulares desde 1.984.
Hace un par de años se cerró para hacer unas reparaciones que deberían terminarse en tres meses, según reza el enorme cartel que hay junto a la entrada, pero las obras por varias causas se alargaron, y por fin al cabo de 15/16 meses, reabre sus puertas.
Unos de los que más protestaban eran las parejas de novios que acudían a casarse civilmente al palacete, y que después, no podían acceder al jardín para inmortalizar con fotografías el feliz enlace… o desenlace según se mire.
Lo que realmente cuenta en estos momentos es el esplendor, con que de nuevo luce, para quienes lo visitan.
Fotografías de José Luis Vila Castañer