Leche merengada, canela, limón y horchata, son sabores y aromas nuestros, el café granizado y la sangría, que fresquita y ligera, pasa atrevida por nuestra garganta aliviando las altas temperaturas.
Las especias, tomaron máxima importancia en nuestra cocina desde épocas inmemoriales, cuando se descubrió la raíz de la galanga procedente de Sumatra; la malvasía y el picante jengibre, que gozó de las más encendidas alabanzas del valenciano Joanot Martorell en su “Tirant lo Blanc”.
En la tertulia de la sobremesa, luego de una buena y abundante comida o cena, siempre en busca del placer gustativo, el néctar refrescantes de estas exquisiteces son aromas que se filtran por las persianas echadas y ponen su preludio a ese duermevela en la mecedora de rejilla color miel, que permite soñar con cosas placenteras.