Con la vista fija en las manecillas del reloj el niño espera ‘paciente-impaciente’, la hora que le han indicado podrá bañarse en la piscina.
El tiempo trascurre lentamente, todo lo contrario que a buen seguro le parecerá cuando entre en el agua y le avisen para la salida.
Disfrute, obediencia, placer del baño al medio día, en el cálido verano que anhela con fervor.
Quien fuera niño para que las preocupaciones se limitaran a ver como corre el tiempo, sin embargo, seguro que a muchos mayores nos trae pretéritos recuerdos que nos encarnan en la figura de este muchacho. ¡Seguro que sí!