Con las doce campanadas se cierra y abre las dos caras de la noche
Indaguemos en la lejana memoria histórica donde podemos documentarnos de que desde los inicios del Imperio Romano,
Los romanos invitaban a comer a los amigos y se intercambiaban miel con dátiles e higos para que pasase el sabor de las cosas y que el año que empezase fuese dulce. Esta vieja costumbre romana fue poco a poco entrando en Europa, donde con la misma finalidad venturosa comenzaron a ofrecerse lentejas, de las que se dice que propician la prosperidad económica del año que empieza.
En España, la tradición de despedir el año con uvas parece ser que data de 1909. Sin duda, comerse 12 uvas al son de las campanadas es la tradición más popular durante la Nochevieja. No hay campanario donde no se congreguen personas con ganas de fiesta y con las uvas, se dice que está la suerte en la mano.
Nuevos tiempos corren y nuevas costumbres se añaden a la doctrina de las tradiciones que poco a poco se cuelgan en cada
En ese instante mágico nacen infinidad de propósitos para el nuevo año: dejar de fumar, acudir a un gimnasio para rebajar los ‘michelines’, hacer las paces con ese familiar distante, abrazar a un amigo…que luego quizá se olvida. Un propósito sí debemos hacer cierto, el de ser más humanos y solidarios, ¡estos que se cumplan!
Tilín…Tilín… Tilín… loas al jovencito reloj y “FELIZ AÑO NUEVO, PARA TODO EL MUNDO”.