En estos últimos años de hundimiento económico, ha pasado lo que tenía que pasar, y muchas industrias aparecidas al soniquete del ‘cuerno de la abundancia’, sin identidad empresarial ni formación suficiente, tan solo con el claro objetivo de
¿Y por qué digo todo esto?, pues porque habrá que pensar en positivo para salir de este negro horizonte y el tiempo – el que quede – sobrellevarlo con una clara decisión y planificación para seguir adelante y estar preparados, a la vez que bien posicionados, ante nuevos retos de futuro.
Me consta que existen empresarios, y los conozco, que están apostando por la expansión y les felicito, aunque mi felicitación no sea relevante, pues ellos lo tienen claro y confían en su equipo de hombres y mujeres, cuentan con ellos, les consultan los implican y animan, manteniendo un alto grado de unidad que les permite apostar por nuevas iniciativas.
Una de estas opciones, importante en mi opinión, es la de salir al exterior arriesgando y creando sucursales propias o mediante participación accionarial con empresas autóctonas, que permita crear un tejido estructural sólido y capaz de mantener niveles de producción y rentabilidad para su empresa matriz en España.
¿Que les parece una utopía?, ¡pues no señor! haberlos ‘ailos’. Solo los ejecutivos mediocres se amparan en la situación de crisis, para asegurar su posición, cargo y salario, al tiempo que dilapidan por falta de iniciativas, lo que heredaron de antecesores, y aguardan en la comodidad de su sillón, que un golpe de suerte los redima.
A algunos de estos, también les conozco.