Oculto entre las angostas calles de la Valencia antigua a espaldas de la Generalitat, se encuentra un lugar que trae evocadores recuerdos de pretérita bohemia similar a los que frecuentaban intelectuales y artistas en cualquier ciudad europea de principios y mediados del pasado siglo.
Fue en el año 1850 con motivo de realizar las conducciones de agua potable en Valencia, cuando se instalaron fuentes públicas, siendo la situada en este lugar de antiguo nombre ‘Plaza de Calatrava’, una de las más importantes.
Sobre un pedestal prismático que tiene en cada una de sus caras un mascarón, se encuentra esta emblemática fuente que representa a un niño desnudo que lleva sobre sus brazos levantados una concha por la que sale el agua, la figura del infante despojado de vestiduras fue realizada en oscuro hierro fundido por lo que se le vino en llamar ‘El negrito’ más tarde paso a denominarse de forma oficial ‘Plaza del Negrito’ tal y como se le conoce en la actualidad.
Es un espacio amable, distendido, casi silente, apenas roto por el murmullo del agua sobre una plaza que conserva encantos mil, donde puedes tomar una cerveza con amigos y hablar (escuchándose), todo lo contrario que sucede por las noches – especialmente en fines de semana – donde el ruido impera y en los establecimientos dedicados al ocio, que la circundan, suena a toda ‘caña’ la música más actual. Entonces el lugar es invadido por el bullicio convirtiéndose en terreno de animada fiesta y apetecidos encuentros, ¡Que tampoco esta nada mal!