Francisco Ponce Carrasco

La pluma es la lengua del alma.

El ventanuco abierto descubría a lo lejos ¡cosa fina!,
viejos molinos encalados, regios, junto a una encina.

Toros bravos, pastan en verde dehesa, tierras de Albacete
lugares mágicos de la Mancha donde flota en el ambiente
la figura de: Dulcinea, Sancho Panza, Rocinante y Quijote,
orquídeas, jinete sobre flaco rocino, su lanza todo arremete.

Cervantes eligió para este viaje el camino de la naturaleza,
volando por el abecedario, un ensueño salido de su cabeza
que el espejo y el tiempo no borro, pues escribió con destreza.
Un haz de luz, resplandor blanco, la flor olvidada, ¡Valla torpeza!
el pajarito ‘ito’, Pichin, me faltas tu… a la hoguera de una pieza
coloristas centinelas me arresten y a el le paguen con largueza.