Francisco Ponce Carrasco

La magia de un crucero – El Ventanuco

Hacer un crucero por el mar, es mágico, a pesar de que ha cambiado. Actualmente ha perdido cierto ‘glamour’, se ha masificado, lo cual esta bien pues todo el mundo tiene derecho a disfrutarlo. Barcos con una capacidad mayor de viajeros, entre otros factores ha propiciado que el pasaje sea más heterogéneo en edad, cultura, condición y aficiones.

Desde el barco

En la propia travesía existe una gran diversidad de oferta de distracción: espectáculo, animadores, bingo, casino, discoteca, baile de salón, cafeterías, fiesta en la piscina…lo que ha dispersado a los pasajeros que ya no acuden ‘todos a una’, sino que cada cual camina a su aire. Todo esta organizado con un estilo más impersonal y a pesar de que te saludas con muchos viajeros, con los que te sueles encontrar – especialmente si coincides en el turno de comidas -, no alcanzas a relacionarte con una mayoría amplia.

Equipo de cocineros

Ciertas costumbres se mantienen pues te siguen pasando un ‘diario’ de actividades a bordo y te recomiendan unas pautas de actuación: forma de vestir, cena del capitán, excursiones programadas…antaño la gente era más disciplinada, se ilusionaba y cumplía en su mayoría, ahora cada cual marcha a su ‘bola’.

Salutación del Capitán del Gemini

El día del pasajero en el que la mayoría de los ‘cruceristas’ se agrupaban ilusionados para ofrecer su ingenio, actuando en la sala de espectáculos, en una acción interactiva hacia sus compañeros y compañeras de viaje, ya no se realiza, el margen a la participación se desvanece o sustituye por un ‘Todo esta organizado’.

Personal de espectáculos

A pesar  de estos cambios, la emoción y aventura de la propia navegación y la amabilidad de la mayoría de la dotación están aseguradas, con especial énfasis en los servicios del restaurante, cafetería, habitaciones y atención al pasajero.

Tripulación y pasaje están prestos a la sonrisa y como las vacaciones son para disfrutarlas, pues eso, a pasarlo bien.