Allí donde se produce un incendio, solo queda la desolación. Estos episodios – por desgracia demasiado frecuentes – producto del azar los menos y de la acción de mentes enfermas los más, han venido a sembrar la desolación en los verdes y frondosos parajes que circundan a Segorbe, con especial virulencia en el término de Soneja (Castellón).
El día 23 de julio 2009, sobre las doce de su mañana, me asalta al paso por la localidad de Soneja la certeza de que la columna de humo, que desde lejos iba descubriendo, era un hecho irrefutable de incendio dentro de su comarca.
Pero esto no queda aquí, al parecer las medidas aplicadas para evitar su devastador avance fracasan, el fuerte viento gira de improviso y remite rumbo a al misma localidad urbana su fatal embajada.
Se producen las evacuaciones, no solo se teme por los irreparables daños materiales, ahora las personas corren peligro y el humo abundante y denso propicia insuficiencias respiratorias.
Nunca se sabrá si fue el destino o una mano criminal, la que propició esta tragedia, pero lo que si sabemos es los resultados negativos de todo tipo que dejará.
Si alguien o algunos lo provocaron, que el peso de su conciencia primero, y de la justicia después, caiga implacable ante tamaña felonía.