Mirándome con fijeza me eligió, con su fuerte mano fui arrancada de entre mis hermanas, sentí sus dedos clavados en mi cuerpo, fieros y dóciles a la vez, mientras, fue quitándome poco a poco con suavidad mi piel naranja, hasta que le mostré desvestida y abierta, el encanto de mi dulce interior.
Cuando sus labios entraron en comunión con mi cuerpo, sentí que su lengua desenvainada y oscilante me provocaba un fluir de incontenibles jugos. No descansó hasta encontrar el más recóndito de mis sabores. Luego adivine que iba a ser suya, gajo a gajo me introdujo en su boca y me encontré dentro de su cuerpo. Naranja, desnuda de piel naranja.