Transitamos en la actualidad por tiempos difíciles en cualquier parcela de la vida, la globalización, el desempleo, cierta pérdida de valores y la crisis económica pueden ser algunos de los muchos factores que concurren.
La precariedad en el trabajo está desquiciando a personas y familias. Es cierto que como el dinero escasea y no circula, los empresarios para subsistir utilizan el sistema más fácil, la reducción de plantilla y el despido sistemático. A ello se une que algunas empresas aprovechan la corriente propicia para deshacerse de trabajadores con la misma indolencia que los contrataron en su momento sin tener en cuenta ninguna planificación de futuro. Con las personas se juega demasiado a la ligera.
Otro problema está aflorando ante el lícito comportamiento del consumidor, que abocado por las circunstancias, demanda ofertas y busca precios bajos, bajísimos. Muchas empresas entran con facilidad en la tentación de bajar la calidad y cruzan la línea roja hacia el fraude para aguantar o simplemente porque su filosofía siempre fue la de ‘llenarse el saquito’.
En algunos sectores la evidencia empieza a dejarse notar y los ‘piratillas’ colocan, sin escrúpulos, unas etiquetas que no responden a la calidad real de lo que el producto contiene. Debemos estar atentos pues no nos podemos quedar solo en el precio sino comprobar y exigir que se cumplan todos los enunciados, características y fórmula de la etiqueta y ante una posible irregularidad denunciar siempre.
Una cosa es segura, el mundo sigue y nosotros somos parte de él, luchemos porque el mundo no nos aborrezca.