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Los alimentos en su mayoría han bajado en calidad y están a punto de cruzar la línea roja de lo saludable, entre otras razones por cuanto la presión sobre los precios por parte del comprador es continuada.
Por otro lado, los fabricantes y grandes superficies no renuncian a obtener sus amplios beneficios.
Muchas materias primas y manufacturados son de importación y, al hacer largos viajes, se les somete a un proceso de conservación, perdiendo una gran parte de sus propiedades naturales, sin contar el efecto nocivo para la salud de los productos químicos que se añaden. Las marcas blancas son grandes receptoras de esta práctica.
La población tiene que comer y, si no puede pagar más precio, tendrá que llevarse lo que sea, esta es una de las consecuencias causadas por la presión económica que nuestros gobernantes nos están imponiendo.