Cuando la transitada calle del Mar en Valencia, forma un recodo, aparece la plaza conocida popularmente como plaza de los ‘Patos’, cuyo apodo comparte en el acervo ciudadano con otra no demasiado lejana, de nombre Plaza de Rodrigo Botet, pero eso es otro discurso que me propongo abordar más adelante. Este nombre proviene de la fuente en donde cuatro ‘patos’ de bronce nos regalan sendos chorros de agua fresca. Su nombre actual es Plaza de San Vicente Ferrer, también se le conoce como plaza de la Congregación. Tres nombres tres épocas, tres formas de identificar un bello lugar dentro de una de las zonas más emblemáticas de la ciudad del Turia.
Detrás de la fuente podemos admirar la iglesia de Santo Tomás y San Felipe Neri, templo construido entre 1727 y 1736, en ella plasmó sus ideas clasicistas el arquitecto y matemático valenciano Tomás Vicente Tosca, quien además es conocido por la realización del exacto plano histórico de la ciudad, fechado a principios del siglo XVIII.
Algunos clásicos la denominan Iglesia de la Congregación, porque formó parte de la casa-convento erigida por la Congregación Oratoniana de San Felipe Neri sobre la antigua parroquia de Santo Tomás, posteriormente el resto del complejo conventual fue demolido y sólo quedó el templo.
El edificio está inspirado en modelos barrocos de Roma, reconocibles especialmente en la amplia fachada. Construida de ladrillo rojo con elementos de piedra en resalte, sigue la forma de la iglesia romana del Gesú y está formada por dos cuerpos: uno inferior más ancho coronado por un entablamento y con un arco rebajado sobre la puerta, y otro superior más estrecho, que corresponde sólo a la nave central.
Cuenta este templo con gran cantidad de lienzos de Espinosa, José Vergara, Vicente López, así como diversas tablas góticas atribuidas a Joan de Joanes, repartidas por las capillas y sacristía. Fue Declarada en 1982 Monumento Histórico Artístico Nacional