Estaba trabajando en el ordenador, llamaron a la puerta, traían un paquete de mi editorial y los atendí, luego marché a la nevera para servirme un refresco, algo más hice que no me acuerdo, y de repente me asaltó la necesidad de encontrar las gafas de cerca– para mirar de lejos lo hago por encima de la montura – y regresar a mi tarea.
Busqué con ahínco, repasé los lugares en que había estado minutos antes, nada…, seguí buscando y maldije mi despiste, por lo bajo, pero lo hice, de repente se encendió esa luz de la memoria que los dibujantes de viñetas describen en forma de bombilla eléctrica…, las gafas las llevaba puestas.
Sonreí y me dije: esto es para contarlo. Tamaño despiste solo puede ser debido a una mente dispersa, o que las neuronas me ‘patinan’, también podría ser los años…, esto me sigo resistiendo a reconocerlo.