Un buen día, nuestro amiguito decidió que ya era mayor, y pidiendo permiso a sus padres marchó a volar por el mundo.
Su madre le hizo un “hatillo” y como no tenía muchas cosas, solo le pudo poner un libro lleno de consejos, unas lombrices en una cajita y siete granos de alpiste.
Así partió el pajarito “ITO” a conocer nuevos horizontes.
Voló y voló por montañas y valles, descansó en las ramas de los árboles, cruzó lagos y praderas. Se hizo amigo de otras muchas aves y sobre todo disfrutó de la libertad.
Todo lo que le recomendó su madre lo ponía en práctica, siempre habló bien de sus padres y hermanos, que en el nido quedaron, compartió su comida con otros pajaritos y con sus trinos alegró el trabajo de los agricultores en la huerta, de esta manera consiguió que todos le quisieran y el pajarito “ITO” era muy feliz por ello.
Una mañana se encontró con la oveja “EJA” quien le contó cosas sobre su tranquila vida, al tiempo que pacía por los verdes campos.
Aldea Dulce, era un pueblecito pequeño pero muy antiguo y el pajarito “ITO” pensó que podría conocerlo, beber agua en la bonita fuente de la plaza y hacer nuevas amistades.
Con esta intención voló haciendo piruetas por el aire hasta que bajó a la Plaza Mayor y tras recorrerla, se encontró con un portal de madera muy antiguo. Este junto al suelo, tenía un orificio conocido como “gatera”.
Le habían dicho que los gatos podían ser peligrosos, pero su curiosidad fue mayor que la prudencia y se “coló” por el oscuro agujero.
Una vez dentro vio a la gata “ATA” sentada en un almohadón bordado en oro, tenía al cuello un collar con brillantes. Realmente era una gata muy bella y elegante.
Con paso sigiloso y algo atemorizado se acercó. La gata “ATA” lo llamó con unos maullidos suaves de amistad y le preguntó:
– ¿Cómo llegaste hasta aquí?
El pajarito “ITO” le contó sus andanzas y aventuras con toda serie de detalles.
A la gata “ATA” le resbalaron unas lágrimas.
“ITO” le preguntó:
– ¿Te ofendí? ¿Dije algo que no debía…?
– No… nada, solo que te envidio.
– ¿Tú, que tienes comida, lujos, mimos y unos amos que te cuidan?
– Si… contesto “ATA” pero nunca conoceré la naturaleza, los valles, ríos y cañadas, tampoco tengo amigos y sobre todo carezco de libertad, que es lo más importante.
“ITO” pensó que tenía su parte de razón y rápidamente le dijo.
– Bueno si aceptas yo seré tu amigo y volaré todos los días, luego vendré y te contare cuanto vea.
Así lo hizo, el pajarito “ITO” y la gata “ATA” se hicieron amigos para siempre y rompieron de esta manera el mito de que los gatos y los pajarillos no se llevan bien. Mito como tantos otros que hay en la vida pero que son solucionables si se trata a los semejantes sean cuales quiera que sean, con amabilidad y cariño.
Todas las Ilustraciones : Acuarelas del autor (pacoponce)