La comida del día de Reyes, copiosa como en todas las fiestas, y rematada con el “Roscón de Reyes”, es lo que pone fin a las fiestas Navideñas.
Ahora aparecen tras la última copichuela los propósitos de enmienda, tales como dietas, gimnasia o sacarina… bueno todos loables, pero que no siempre se ponen en práctica, si bien lo de la ‘sacarina’, que es menos sacrificado y para muchos muy milagroso, lo que más se realizara.
Las referencias que se pueden encontrar sobre el origen de esta costumbre son:
“Al parecer proviene de la tradición de comer un pastel o torta en estas fechas sin vinculación con una celebración de raíces cristianas; y mucho menos “para niños”. Más bien al contrario se trata de una costumbre pagana que se estableció allá por el Siglo II antes de Cristo cuando en las conocidas como “Saturnales” (o festividades encomendadas a Saturno) se celebraba en Roma, a finales de diciembre, cuando el alargamiento de los días se dejaba sentir.
Está bastante bien establecido que entre otros elementos, para celebrar los días más largos que empezaban con el solsticio de invierno se preparaba al parecer una torta con miel típicamente rellena de frutos secos. Que este sea el germen del actual “Roscón de Reyes” parece bastante convincente en cuanto a las fechas».
En cualquier caso, en nuestros días y en el ámbito coloquial se asimila de forma directa o indirecta, metafóricamente, con la sorpresa asociada al encuentro sexual entre hombres y mujeres como “No me como un rosco” o “Tiene buen roscón la moza”.
Bien cada cual que elija la preferencia que mejor le acomode, lo cierto que actualmente es una bonita fiesta de dulce sabor.