La mayoría de las personas, tienen temor de alguna cosa. Y yo no soy la excepción.
Todavía recuerdo que cuando era pequeño le tenía terror a la oscuridad, incluso poseía un amuleto que me acompañaba en las noches. A pesar de esto, me costó dejar de dormir tapado hasta la cabeza.
Siempre me ha gustado explorar y cuando iba de vacaciones a la casa de mis abuelos, cruzaba el río por aquel antiguo puente de piedra, cuyo pretil derecho se desmoronaba con el paso del tiempo, y me adentraba por la arboleda, hasta que oscurecía.
Caminaba por un bosque muy extenso, hasta un lugar donde los árboles apenas dejaban ver el cielo, era parecido a un túnel de ramas y hojas…siempre llegaba a la entrada, pero no lo atravesaba, invadía mi cuerpo una extraña sensación que me comprimía el alma, entonces simplemente regresaba. Un día pude reunir valor y lo crucé, armado con un grueso palo.
Lo bueno del miedo es que tienes la oportunidad de superarlo, y eso me gusta. Es como una cadena de desafíos que te impones vencer, cuando lo consigues, te haces más fuerte.