Tras la fusión o compra de una empresa, a los nuevos propietarios y los ejecutivos que les rodean se les enciende la ‘bombilla’ de las ideas dirigidas a cambiar por cambiar todo lo que les cae en mano, sin valorar lo conveniente y positivo que pueda existir, la idea de modificar no vale “me lo cargo todo” es lo brillante, lo que justificará -según ellos- su trabajo de reflotar.
Está claro que aducirán cuestiones de ahorro y con este “Sancta Sanctorum” se dedicarán a justificar y enaltecer su gestión, al tiempo que destrozarán cuanto encuentran en su camino.
Al final todo queda muy parecido, con algunas variantes, que se cuidarán de poner en su ególatra medallero.
La memoria suele ser corta y pasado un tiempo se vanagloriarán de su trabajo, sin reparar en lo que despreciaron, sin ni siquiera valorar el camino que otros recorrieron.
Claro que si el asunto termina por fracasar, ya tienen preparada la respuesta, “Estaba muy perdido y no pudimos hacer nada”. Es decir el fracaso para los anteriores.
Estos personajillos suelen tener pocos valores y bajo calado ético, más allá del dinero que se suelen jugar, dinero de terceros, que probablemente navegan en otras esferas y ni se enteran.
En nombre de una pretendida rentabilidad, se malogra está y los valores de interés general.
Conozco casos en que actitudes parecidas llevaron al <<principio del fin>>.