El domingo veintinueve de julio del 2007 se celebró la jornada inaugural que organiza la Asociación de Jubilados y Pensionistas “LA ARMONÍA” de Castellnovo (Castellón) dentro de la semana cultural programada por el Ayuntamiento de esta localidad.
A las siete de la tarde con la asistencia del Excelensimo Alcalde D. Jorge Picó, Concejal de Cultura D. Antonio Lara y el Presidente de la entidad que lo organizaba D. Florencio Cátala, tuvo lugar una charla que impartió el escritor Francisco Ponce acompañado en esta ocasión por su hermano Ramón.
El escritor trató de estimular a los jubilados y pensionistas así como al publico asistente a que plasmaran en un papel sus recuerdos e inquietudes, a ser posible junto a familiares jóvenes, para que este legado de vivencias, raíces del actual Castellnovo, perdure en el tiempo y así sucesivamente se escriba la interesante historia del mismo no solo en cuanto a los ricos acontecimientos de sus orígenes, si no igualmente a la parte humana que generación tras generación hace fértil en tradiciones la gente común, en su diario vivir.
Se presentaron y vendieron dos libros del autor Francisco Ponce Carrasco “Docena de Trece” y “Una vida entre dientes” quien donó la recaudación a la Asociación de Jubilados. Se agotaron la existencia de ejemplares y el escritor pudo disfrutar estampando su dedicatoria a tantos amigos.
El Sr. Alcalde hizo entrega de un bonito cuadro en cerámica con el escudo de la villa como agradecimiento al tiempo que felicitaba al escritor por la amena, didáctica y sobre todo sentida ‘Charla Literaria’.
El autor leyó como final algunos pasajes de su libro, ‘Una vida entre dientes’ que ahora trascribimos aquí:
“…no es fácil sustraerse al magnetismo que Castellnovo, localidad del Alto Palancia, ejerce sobre nosotros. Regresar a los recuerdos de la niñez y adolescencia, configuran una amalgama en el tiempo, con vivencias de difícil olvido.”
“…aquel viejo y desvencijado tren mixto de pasajeros y mercancías, conocido popularmente por el ‘borreguero’ te dejaba en la estación de Segorbe. Entonces aparecía otra no menos excitante aventura de sólo tres kilómetros montados en un carro lleno de maletas, tirado por mulo y circulando por un polvoriento camino. El trayecto envuelto en sanos y naturales aromas del campo, provenientes de los olivos y maizales, que acompañaban el recorrido, hacían que nuestro olfato se impregnara de olor a vacaciones, todo un año esperado.”
“…la calle de la Costera angosta y típica a cuyo fondo, rebasado el viejo castillo, estaba la era donde te subías al rudimentario trillo. A la salida del pueblo, la calle Almedijar por donde en los atardeceres pasaban las ‘mozas’ con sus botijos y cantaros a por el agua fresca del manantial de la ‘Mina’. El olmo centenario cobijaba las noches de verbena”
“…nuestro mayor atractivo estaba en subir al lomo de los burros, ir a la huerta en carro y cuando llovía ver los riachuelos que sobre las calles de tierra abrían surcos. Percibir la fragancia a tomillo, manzanilla y espliegos, en suma exhalar el inigualable perfume a tierra mojada.”
“…lo cierto es que era emocionante para unos ‘chavales’ de la capital, poder chapotear y ensuciarse los zapatos de barro, quizás de las pocas rebeldías que nos podíamos permitir en aquel entonces.”
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Al final del acto se sirvió una copa de cava y unas frivolidades saladas mientras el comentario generalizado denotaba la satisfacción de un tiempo empleado en rememorar gratos recuerdos.