Para una inmensa mayoría de personas, la hora del almuerzo es el momento más interesante de la jornada de trabajo.
Acudir al bar para hacerse el bocata de lomo, tortilla española o sepia; las posibilidades son muchas, y siempre con café o carajillo al finalizar. Esta no es la única razón. La práctica en sí, tiene mucho de ejercicio escapista, para algunos es un tiempo utilizado en actividades como llevar el coche al taller, depositar la primitiva…
Esta costumbre, junto con la siesta en verano, está más extendida en la zona mediterránea, pero son dos de los grandes inventos hispanos para incluir entre los índices de calidad de vida que catalogan un país. Y deben tener mucho atractivo, pues ambas costumbres son adoptadas rápidamente por los extranjeros que residen en España.
Después de un buen <<armorsaret>>, todo parece más fácil y hasta las broncas del jefe o encargado se reciben mejor.
Ya se sabe, un estómago lleno es siempre obediente y agradecido.