Francisco Ponce Carrasco

Todo cambia menos los recuerdos – La Columna

La Columna del escritor Francisco Ponce

Próxima a mi casa, en la calle donde vivía en Valencia, había una planta baja que fabricaba hielo

Los repartidores, que recorrían las calles del barrio e incluso extrarradios en triciclos, lo ofrecían a establecimientos y particulares, utilizaban un garfio que manejaba con gran destreza.

La gente les compraba un cuarto de barra, como mucho media, que golpeaban en el lugar exacto para que se partiera. En ocasiones saltaba algún trozo que los críos <<cazábamos>> en el aire para metérnoslo en la boca.

Un buen día, llegó al barrio una nevera eléctrica, hacíamos cola para verla. Mi madre, que era amiga de la propietaria, fue de las primeras en visitarla y le acompañé. No solo mantenía los alimentos frescos, sino que podía fabricar hielo y hacer <<polos>> domiciliarios.

Las neveras fueron proliferando, mejores, más grandes y más económicas. La fábrica de hielo, que durante un tiempo mantuvo su lucha contra el progreso, acabó cerrando.

Me surge una inquietante desazón y me pregunto si puede ocurrir lo mismo con los «libros», en estos momentos en que se leen poco.

En la actualidad cada uno tenemos en Internet, nuestra fábrica de literatura, y con la impresora, una edición a la carta.

Que el tiempo dicte sentencia, no pretendo pecar de agorero (faltaría más), pienso que afortunadamente sostener entre las manos un libro, todavía produce la sensación de sujetar un mundo de ensueños, viajes y aventuras.