La publicidad debe ser veraz, con información clara para el mercado potencial a quien se dirige y dejando categórico el mensaje
El nacimiento de la publicidad es paralelo al propio comercio, por lo que podríamos aseverar que es tan antiguo como él mismo.
Sin embargo, en época de crisis se da cierto fenómeno, y es que los gerentes de muchas empresas recortan su presupuesto con destino a esta partida y su importe lo emplean en maquillar los resultados finales para, en apariencia, salvar el ejercicio.
Lo considero un error, puesto que en tiempos con dificultades de mercado es cuando se debe invertir en publicidad, demostrando ante el comprador que se está reforzado y que se piensa seguir proporcionando bienestar y riqueza social a través de productos de calidad al mínimo precio.
La cuantía destinada a publicidad no debe sobrepasarse nunca, pero tampoco escatimarla.
Hay que sacarle el máximo partido previo estudio del mercado potencial, público a quien se dirige y honestidad y veracidad en el mensaje. Todo esto es lo que acabará dándole al consumidor ‘fiabilidad’ y a la empresa ‘fidelidad’.