Para muchos son noches de añorados recuerdos, para otros la oportunidad de vivir compartiendo amistad
Uno de los atractivos del descanso veraniego son las tertulias nocturnas. Hay que esperar a los días de vacaciones para retomar el ritmo del recuerdo, del ingenio, de la añoranza o la fantasía, reunidos en la playa o a la puerta de una casa en un pueblecito de montaña donde cada cual ha llevado su silla, que pone en círculo.
En ocasiones se acude a la tertulia con un bocata de tortilla de patatas, alguien saca una mesa plegable y hasta alguna mecedora de rancia rejilla para los más ancianos, siempre dispuestos a evocar las noches de sus mocedades. Las cuentan una y otra vez, quizá con voz quebrada, llena de emocionada nostalgia.
Sí, amigos, todavía es posibles encontrar estas sensaciones a poco que apaguemos el televisor y los teléfonos móviles, y nos aislemos de guerras, raptos, corrupciones y otras lindezas que en la actualidad nos agobian.
Ya vendrá el mes de septiembre para regresar inmisericorde a la espiral de los despropósitos.