Los puentes festivos son para aprovecharlos en vivencias y naturaleza, por eso en los recientes días de asueto, me adentré en tierras turolenses para vivir <<las luces y las sombras de la nieve >>, y a fe mía que le pude sacar tajada.
El día anterior había nevado “a barba regada” por lo que este nuevo amanecer bajo un tiempo más favorable y un sol <<maduramenbrillos>> que el cielo nos regaló, me adentre en un tupido bosque de prominente y espigada arboleda, con pinos arruinados en su tronco, que se besaban en las verdes copas –ahora vestidas de mechones blancos– con indiscutible descaro, al deleitable movimiento de un desfallecido viento.
El cantar de las aves en horas matinales y el gruñir de alguna alimaña en las nocturnas, me acompañaban en ese viaje real o imaginario, pero siempre en tránsito hacia lo desconocido.
Un camino sin diseñar, apenas en algún tramo profanado por la huella de una raposa que lo cruza, me definía caminos sin rumbo, solo la luna ponía luz de esperanza hacia una intrigante trayectoria que me hizo llegar al mundo de lo onírico…
De esta manera con la fotografía y el dibujo, pude peregrinar entre la luz y la oscuridad de una íntima fantasía, posible o imposible, a lo peor cierta, a lo mejor soñada.
La decisión querido lector es suya… póngale final si se atreve…