En Valencia la ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados no solo es un acto hermoso y de gran colorido, que lo es, sino un sentimiento que desde dentro de los corazones del pueblo valenciano brota con inusitado fervor.
Público y comisiones durante todo el recorridos tienen la oportunidad de disfrutar de la música, del arco iris floral en brazos de las falleras y de la elegancia de estas 
En el desfile, los hombres enfáticos, risueñas las mujeres y marciales los músicos, que no cesan de interpretar pieza tras pieza en todo el recorrido. ¡Hay! Amigos, cuando desde lejos distingues la imagen de la Virgen que poco a poco cubre su manto con los miles de ramos de flores que las Falleras le entregan, la garganta se seca, a la mente acuden infinidad de pensamientos y peticiones a la ‘Mare dels Valencians’.
Tratar de describir este sentimiento – que yo he percibido – quizá no está a mi alcance, solo me atrevo a indicar que una deleitable corriente te invade el alma y una lágrima se reprime en los ojos o no, porque los humanos lloramos.
Cada vez se acentúa más el llevar a la ofrenda, a los niños que ni siquiera andan vestidos con el traje regional, lo hacen en cochecitos cubiertos con manta típica de esta tierra o en brazos, son ‘falleritos’ y ‘falleritas’ infantiles que nada más nacer o incluso dentro del vientre de su madre ya están ‘apuntats’ en alguna comisión de falla.
Hablar de cifras es correr el riesgo de quedarte atrasado de un año a otro, sin embargo como referente daremos una aproximación de lo acontecido en los últimos años. El público que presencia la ofrenda ‘in situ’ (‘en el lloc’) sobrepasa las 150.000 personas y otro tanto los participantes entre los dos días (17 y 18), que se divide el acto de la ofrenda, estimándose que entre ramos y canastillos se alcanzan más de 60 toneladas de flor.
Esto es parte del universo de las fallas, así es la devoción a la Virgen de los Desamparados, así es el “pueblo valenciano”.