El lema escogido para este 2018, por Naciones Unidas como punto de atención para el “Día de la Tierra” es <<Terminar con la contaminación de los plásticos>>
Hoy 22 de abril de cada año, desde hace casi 50, los organismos internacionales y los países intentan crear una conciencia medioambiental para preservar el planeta. Fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano de 1972 celebrada en Estocolmo la que sentó las bases de la toma de conciencia mundial sobre la relación de interdependencia entre los seres humanos, otros seres vivos y nuestro planeta.
Son innumerables las fechas que de una manera u otra se hace <<llamada>> a la cordura para conservar la Tierra y los Océanos, ¿pero se consiguen resultados? Supongo que la contestación puede dar para un amplio debate pero los que nos apuntamos a difundirlo nos anima la creencia de que <<algo>> se conseguirá.
Esta edición 2018, como hemos indicado, se centra en reciclar el plástico que llena y contamina nuestros océanos, lagos, bosques y ciudades, poniendo en peligro la fauna animal cada día. Sin embargo, el Día de la Tierra es mucho más que eso, y hay cientos de maneras de involucrarse.
Los animales de cualquier tamaño y origen forman la <<cadena>> de supervivencia que conduce al equilibrio de un “todo”, que no debemos interrumpir, para no quebrantar su sentido, evolución y mantenimiento.
Estamos a tiempo de que un cambio de mentalidad y de hábitos facilite y mejore la situación para las generaciones venideras. Cientos de ejemplos que conocemos, y que no siempre ponemos en práctica, contribuyen a hacer más sostenible y habitable el planeta.
Intentémoslo, algo se mueve, y nosotros somos con nuestro comportamiento y actitud ante el problema, una posible parte de la solución.
De hecho, la mejor herencia que podemos dejar a los jóvenes es un planeta habitable, porque la Tierra no pertenece a los humanos, sino que son estos los que pertenecen a la Tierra.