Aprovechados o “tontainas”, tanto en el fondo como en las formas
Desde siempre, las compras compulsivas son una excusa más para satisfacer nuestro <<yo>>, que en gran parte viene propiciado por el crecimiento desmesurado de la oferta comercial, especialmente en momentos puntuales que al parecer y en estos momentos
Lo innegable es que tras una compra existe, en bastantes ocasiones, cierta prepotencia ante los que te rodean, una empatía con rasgos de sometimiento hacia las lisonjas del vendedor, mostrar al mundo y a uno mismo que somos los más listo, exclamando ¡Mira lo que encontré casi regalado! …con una convulsión al crecimiento de la autoestima.
No es aconsejable “salir de compras” en momentos de depresión o de euforia, ambos estados nos harán menos reflexivos ante las tentadoras y hábiles ofertas.
Actualmente parece que la falta de recursos económicos generalizado y el temor a la pandemia del COVID-19, limita esta práctica a quienes no están excesivamente afectados por el síndrome de las rebajas.
Una gran mayoría se ha percatado – recibiendo palos en el costillar – que el uso de las tarjetas de crédito no es baladí, y sí es cierto que resulta facilón ponerla en el ‘aparatito’ a la hora de pagar, luego los establecimientos tienen la ‘pérfida’ costumbre de cobrártelo en el banco… y eso duele.
Se aconseja por tanto el consumo responsable, pero también, una publicidad igual de responsable.