Impulso primaveral y frenazo a tiempo…
En los albores de la primavera, en mañana de soles valencianos, sentado en las horchaterías de la plaza de la Virgen, en donde fui a concertar lugar para un evento de A-rimando en el día del libro, vi cómo se acercó una guapa y joven señora que se ubicó en la mesa contigua.
Su cabello azabache se mecía al compás de la suave brisa, sus ojos negros rasgados, de mirada feroz y cándida al mismo tiempo, se hospedaron desmayados y distraídos
Yo la observé, cada centímetro de su rostro inspiraba poesía, su vestido ajustado y rojo pasión, dibujaba una esbelta y torneada figura, su busto generoso y estrecha cintura, evocaba los cántaros de la fuente de la plaza que rebosan aguas cantarinas.
Por un momento me asaltó un primaveral impulso de dirigirme a ella y decirle:
¡Señora Felicidades! es usted un bello prodigio de la naturaleza
Reflexioné…, deje que mis impulsos se sosegaran, << y la mirada resplandece en el silencio>>…,
…no sea el “caso”, que me denuncie por “acoso”, ahora en mí “ocaso”