Basta una línea, una docena de palabras, para abrir las puertas de la fantasía, a lectores con imaginación
Es en la época moderna, cuando el «Microrrelato” se populariza en la literatura española gracias al conjunto de dos fenómenos de distinta índole: la explosión de las vanguardias con su renovación expresiva y la proliferación de revistas que exigían textos breves ilustrados para llenar sus páginas culturales.
Algunas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna son verdaderos cuentos de apenas una línea, y también Rubén Darío y Vicente Huidobro publicaron minicuentos desde diversas estéticas.
Junto a estos autores, la crítica señala también al mexicano Julio Torri y al argentino Leopoldo Lugones como decisivos precursores del actual ‘Microrrelato’.
Destinamos poco tiempo a la lectura, el “Microrrelato” lo soluciona apuntando directo al corazón del tema.
Para apoyar este criterio aporto una pequeña muestra, en un intento por hacer cierto lo que expongo: