Aprendimos sobre los entresijos de la poesía, para seguir sintiéndola y amándola Por si no fuera suficiente, la profesionalidad, buen hacer literario, saber estar y calado humano de la autora del poemario “Las siete de la tarde”, Marga Villarroya se rodeó en la mesa de presentación de un elenco ducho en la palabra, personas avezada en las lides poéticas y reconocidos por su trayectoria
Así pues la mesa estaba constituida por: Antonio Mayor Sánchez, Vicente Barbera Albalat, Magda Villarroya, Blas Muñoz Pizarro y Vicente Bosch.
Con el salón repleto de seguidores y amigos de la obra de Magda, se dio comienzo este martes 11 de febrero 2020, a esa hora ya convertida en mágica de “Las siete de la tarde”, en el salón Sorolla del Ateneo Mercantil de Valencia, un grato evento.
Encendió el “micro” el representante del Ateneo Mercantil, Vicente Bosch, agradeciendo la asistencia del mucho público que estaba presente, añadiendo su satisfacción por ello.
Vicente Barbera entró en segundo término, valoró positivamente el poemario y nos hizo una semblanza llena de afecto sobre la autora, remarcando su trayectoria profesional y literaria con algunos libros ya editados, también puso en valor la dedicación y perseverancia en la poesía, que en el Aula 1 del Ateneo, siempre puso Magda.
Correspondió el turno de la palabra a Blas Muñoz, estaba feliz, se le notaba y por eso comenzó avisando de que sería breve, preludio frecuente de lo contrario, pero encantó con sus exposiciones y su improvisación, puso pasión y conocimiento al comentar los poemas, tanto desde su estética como de su técnica:
<<Estamos ante un libro, en el que cada poema tiene una conexión con el sentimiento del anterior>>.
<< No se trata de un poemario de amor, sino un libro hecho con amor>>
También nos habló de la temporalidad, de la proximidad o el alejamiento, temas que estaban subyacentes en los poemas y que le daba una muy interesante frescura.
Por último intervino Antonio Mayor quien felicitó el buen hacer de la autora y celebró que en su momento formará parte del alumnado de perfeccionamiento poético del Aula 1, lo que había merecido la pena.
Siguiendo una pauta parecida a su interlocutor anterior, tomó un poema, que leyó y desmigajó en lo que decía, como lo decía y su valor poético implícito.
Antes de comenzar el turno la autora Magda Villarroya, Vicente Barbera que ejercía de <<controlador>> propuso que Ricardo Bellveser, que se encontraba entre el público, subiera a glosar su opinión, puesto que formó parte al inicio del proyecto poético en el Ateneo.
Vicente Bosch le cedió el lugar en la mesa, y Ricardo, poeta con gran obra editada, cargos institucionales y periodista, formuló un panegírico de virtudes hacia Magda, haciendo hincapié en que sabía de sus posibilidades, por cuanto no le causaba sorpresa su éxito, sí satisfacción.
A Ricardo Bellveser es una “gozada” escucharle siempre, con sus ejemplos y anécdotas que de forma espontánea ilustra sus intervenciones.
Estamos ya ante el <<momento>> estelar y esperado de Magda, se dijo que se encontraba algo nerviosa, ¡Bueno señores para nada! mantuvo su línea discreta, segura y muy emocionada, eso sí, tenía a su madre y familia enfrente, por cuanto comenzó por agradecerles su apoyo, también a mucho de los presentes que citó.
Sobre el poemario era cierto que se trataba de su estreno como poeta y agradeció, que la <<Editorial Olé libros>> hubiese apostado por ella, mando un saludo a Toni Alcolea, gerente de la misma, quien por motivos de indisposición pasajera, no pudo acudir, y a quien se le tributó comentario de afecto por su esfuerzo en la publicación-edición de poesía y se le agradecio su apoyo hacia los nuevos valores, que con <<tino>>, siempre acierta.
Magda nos comentó alguna particularidad durante el tiempo que escribía sus poemas y nos regaló la lectura, sentida lectura, de algunos de sus trabajos que alargó a petición del público presente.
Finalmente se cerró el evento y la autora pasó a esa tarea tan gratificante de firmar ejemplares, y ¡Vive el cielo que lo disfrutó! con su talante cercano y empatía, mientras por el “rabillo” del ojo miraba la extensa cola que se formó.
Los organizadores y Magda encadenaron bien, un evento ameno y profundo a la vez, para no dejar nada a la improvisación, por cuanto el resultado fue el previsto, una tarde-noche para el grato recuerdo.