No recuerdo donde lo leí, tampoco si fue así, el caso es que esta noche pasada no dormí nada, dando vueltas y más vueltas a ese tornillo sin fin que es la mente
Se refería a las brujas y además de “mayo”, que por otra parte siempre pensé que este mes era el de las flores, que tontería, pues no, porque me estaba sucediendo a mí.
Personificada en un maniquí de alta, altísima costura y con
la cabeza fuera de sitio, me vino a despojar del hasta entonces plácido sueño, luego con promesas sin límite tiró, primero de la mantita, que en esta estación del año
Cuando me tuvo incorporado, me habló quedo al oído izquierdo, tan bajo lo hizo, que tuve que confesarle que de ese pabellón auditivo (orejuela), andaba regular, alzó un poco más el tono y me invitó a que le siguiera, prometiéndome que me iba a llevar por caminos inconfesables al mágico mundo de lo idílico e impensable.
A mí lo idílico, siempre me costó un coste, y lo impensable ya lo disfrutaba, convertido en una situación anómala, desorientada y sobre todo nunca PENSADA, ni siquiera en un mundo de ficción, como es el actual confinamiento y pérdida de libertad especialmente de movimientos, al parecer también en la razón, pues sus razones era mi ausencia de la misma, prometiéndome libertades y quién sabe si… libertinajes.
Hace poco que me desperté, intranquilo y algo <<mosca>>, al encontrar en el suelo una mascarilla y encima de mi cama unos guantes de látex… y míos no son… pues yo no salgo de casa.