En las últimas semanas, observé que muchos de mis contactos ponen la «letanía»… a modo de inefable cadena sobre:
<<Cómo evitar escuchar a los mismos 26 amigos de FB y a nadie más: News Feed recientemente muestra solo publicaciones de las mismas pocas personas, alrededor de 25, repetidamente lo mismo, porque Facebook tiene un nuevo algoritmo. Su sistema elige a las personas para leer tu publicación. Sin embargo, me gustaría elegir por mí mismo: si lees este mensaje, déjame un comentario rápido, un «hola», una pegatina, lo que quieras, para que aparezcas…>>
Ignoro su resultado final, por supuesto que me gustaría conocer, pero yo me resisto, por cuanto NO soy nada seguidor de estas corrientes en cadena y porque si todos lo hacen prefiero estarme quieto y evitar este teórico «remeneayo» siguiendo la onda y quedarme donde estábamos.
El Facebook y las redes sociales en general <<son lo que son>> y tampoco se puede esperar mucho más de ellas, que un reconocimiento fugaz y casual, sin embargo cuando se pone este cartel (cuyo derecho ni siquiera discuto, FALTARÍA MÁS), me pregunto si se ejerce la actitud de reciprocidad, es decir si todos ponemos lo que nos gustaría que nos pusieran, o al menos la «manita».
El propio Facebook manifiesta:
<<…es un bulo, pero tiene un fragmento parcialmente cierto, envuelto con una mentira. Se dice que aquellos que comenten el post aparecerán más en el muro del que ha compartido la publicación. Es mentira. No hay un límite concreto de amigos ni con esta técnica se evita algoritmo alguno. Pero sí es cierto que interactuar con la publicación de un amigo es uno de los factores que el algoritmo tiene en cuenta para que veas más sus publicaciones>>
Yo siempre aposté por <<La Justa Correspondencia>>, que no es otra cosa que interesarte por cuanto publican los demás, para que ellos hagan lo propio con tus publicaciones.
Todos debemos ser comunicadores y opinantes, con educación, sobre los temas que nos aparecen de nuestros amigos, para ejercer atención hacia los demás y que luego nos correspondan.
Quizá el secreto pueda estar en la mutua comunicación