Todo cuanto se escriba, comente o idealice sobre ese momento fascinador, (también conocido como ‘siesta’), tiene un encanto especial
pasos una cómoda hamaca, que muestra su lona de ondulada silueta y seductor colorido, ambos estamos situados bajo unos frondosos chopos, cuyas hojas libres y cantarinas el viento hace
que susurren una música envolvente…
La hamaca te espera, reclama, te incita, la tentación se consuma y se complementa con los ecos del el ‘sisear’ evocador de las agujas de los pinos y un tenue oleaje producido por el
movimiento del agua de la piscina próxima, las
suavidad y acaricia la frente…, y <<caes>>.
A la ambigüedad del subconsciente acude en ese preciso momento los recuerdos y placeres del alma…
Pasado un buen rato despiertas y observas frente a ti un vaso de fría horchata con unos suculentos y azucarados “Fartons” glaseados con polvorienta azúcar, entonces sucede lo sublime.
Estoy seguro de que me comprenden…
¡Malvado que es uno!