Francisco Ponce Carrasco

Castellnovo

Esta localidad forma parte de una de las perlas que, en el alto Palancia, conforman esa joya paisajística y de gentes entrañables, cuya esmeralda, Segorbe, resplandeciente de historia destaca en el centro, haciendo en su conjunto una comarca única.

Castellnovo, muy arraigada en sus construmbres y tradiciones, que durante todo el año ponen de manifiesto en jornadas festivas de belleza esplendorosa, tiene por añadidura una campiña como extraída de una hermosa pinturas, que un artista hubiese plasmado.

Saliendo del núcleo urbano los alrededores dan el reposo y la sensación del tiempo detenido. Olivos, algarrobos, cerezos…romero, manzanilla, rabo de gato, espliego y tomillo, te trasladan a otros universo con su presencia y aromas.

Camino de Almedijar en un paseo de atardecer o en mañanas de soles otoñales te sorprende “La mina” una fuente de agua pura – por fortuna sin explotar comercialmente- que es patrimonio del pueblo y que se encuentra a un kilómetro del mismo. Dentro del término de Castellnovo provenientes de la Sierra Espadan, afloran otros manantiales con excelentes aguas pero algo más alejados como los de: Lugar, Güerpita, El Tano, Morajet, El peco.

La fuente de la Mina, hoy acondicionada como paraje de recreo para hacer un alto en el camino y tomar las viandas que en cesta se transportan, o en los fogones allí habilitados se cocinan, para luego refugiarse bajo la sombra de frondosos árboles a degustarlas.

¡No siempre fue así! Lo recuerdo como un espacio más natural y humilde, también más divertido para los ‘chavales’. Unas grandes balsas, servían en época estival para zambullirte, la juventud de Castellnovo y los llamados por los lugareños ‘veraniantes’ nos juntábamos en cuadrillas y ¡Ala a pasarlo en grande!, tanto el kilómetro de ida como el de vuelta era nuestro solárium para alcanzar ese tono broceado que denotaba, ‘vacaciones’.

Siguiendo por las pronunciadas curvas, que en empinada cuesta alcanzan la cumbre de una loma, uno encuentra el remanso o la excusa para detener su caminar y poner una ramita de hierbas aromáticas a la imagen de la virgen de la “Cueva Santa” que en modesta reproducción alguien coloco allí, hace tanto tiempo que poca información se recuerda, pero que a buen seguro obedece a la devoción de algún peregrino o familia del lugar que quiso así perpetuar esta vocación que por toda la zona se le profesa.

Hace unos años cuando con camiseta y pantalón corto, con afanes deportivos corría haciendo el trayecto entre Castellnovo-Almedijar, tanto al regreso como al subir (las cuestas pesan más) mitad devoción mitad respiro, siempre encontré la excusa perfecta para tomar aliento, descansar, y de nuevo iniciar mi empresa.

Con cierta frecuencia a los Ayuntamientos se les piden remodelaciones. Yo no lo voy a hacer por cuanto considero que el aspecto natural de la hornacina y del terreno le confiere una situación, rustica y antigua, quienes así la conocimos nos agradaría que así se mantenga. Pero señores Alcaldes ¡atendiendo su conservación!