Y si quien te lo dice, apunta su dedo índice al pómulo de su cara bajo del ojo, nos estará diciendo, más o menos, que… <<nos está viendo venir>>
Craso error, por cuanto en este artículo, con un inicio un poco travieso, para atraer su atención, solo queremos referirnos a la flor de nombre científico (Zantedeschia) más conocido como “cala”.
Diremos en primer lugar que esta flor encarna la pureza y representa la más cándida belleza, también se considera que da suerte.
En cuanto a su historia, las calas datan de la época griega y romana, donde se asociaban con las fiestas y el vino, por la semejanza de su forma con una copa para beber.
Pocos se resisten a su elegante sencillez
Dentro de ese carácter sobrio y maravilloso de la Cala, una de las flores que alegra un jardín, es que, a pesar de su aparente simplicidad, la también llamada Lirio de Agua es una de esas flores que inspiran placidez y cortejo.
Quizás por eso son las flores elegidas para algunos de los momentos más singulares de la vida (como las bodas), poder disfrutarlas cerca no está de más y pasa por unos cuidados muy básicos.
El aspecto más positivo, es que su floración es constante durante incluso meses: en el caso de las blancas, es posible disfrutarlas hasta comienzos de junio mientras que las de colores (por su floración tardía) se gozan hasta bien entrado septiembre siempre que estén bien cuidadas.
Y, por último, tengamos en cuenta que la Cala es una planta de semisombra. Una característica que tenemos que contemplar si queremos que las flores se mantengan.