Hace muchos años yo creía que los poetas imaginaban las cosas que decían
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Que estas no se ajustaban a lo cierto y que por lo general estaban poseídos de excesiva ingenuidad.
Me esforzaba en averiguar qué podían decir sobre la vida y la muerte, el amor y el odio, el ayer y el hoy, el ruido o el silencio, el gozo o el llanto.
La añoranza también ayuda, pero la verdadera, no esa de aparente retórica, impostando emociones o llorar a moco tendido en medio de familiares, amigos o espectadores.
Y si capto esos matices, si me doy cuenta del privilegio de echarlos de menos, lo comparo con la indiferencia que nos envuelve nuestra actual sociedad, con la enemistad, con el “yoismo” de este mundo desnortado, y mido el arraigo con el desarraigo, tal vez pueda escribir un poema.
Creo que hoy entiendo a los poetas