Francisco Ponce Carrasco

Afortunados

Valéncia hui, diario de Valencia (España),
cabecera ‘El ventanuco’ de Francisco Ponce –escritor-
publica el lunes 29-10-07, el presente artículo.

Si dejamos de mirarnos el ombligo y somos capaces de levantar la vista en rededor, quizás comprendamos que nuestro eterno inconformismo no tiene mucho sentido.

Solo hemos de reparar en: Los sin techo, enfermos, pobres implorando limosna , los que acuden a casas de beneficencia para poder comer, dismunidos físicos, ancianos desamparados… y quizás nos llámenos a nosotros mismos ¡locos!.

No es que las desgracias ajenas deban de existir, ni sean objeto de comparación, pero con harta frecuencia no valoramos lo que tenemos, ni donde habitamos, ni en la suerte de no padecer guerras. Nos quejamos de pequeñas cosas, mejorables, pero a años luz del sufrimiento que a otros les toca vivir.

He tenido ocasión de visitar lugares de acogida, residencias de ancianos. Al llegar a casa me pareció que mi fortuna estaba más allá de los bienes materiales y sobre todo que podría hacer para colaborar en paliar el padecimiento de los desheredados de la fortuna.

Lo primero que se me ocurre es regresar a visitarles, escucharlos, dedicarles una sonrisa y sobre todo transmítirles afecto, algo que no tiene precio para nadie que lo precise.

En nuestra sociedad de consumo, la suerte, solo es poseer ‘cosas’, derrochar, no pestañear cuando en comidas las sobran se tiran a la basura. Un traje nuevo, cambiar de coche es un signo de progreso que mostramos ufanos.

Todo es lícito, pero quejarse de mala ‘suerte’ es un claro desprecio hacia una parte de la sociedad que con certeza esta palabra ni la conocen.