Las culturas precolombinas vivían en paz constante, todas las tribus del continente americano se querían entre sí a más no poder, adoraban a varios dioses, la mayoría alados y venidos de los cielos (hoy algunos mal intencionados afirman que eran alienígenas).
Ante las hambrunas que padecían se lamían unos con otros, nada de comerse, por las conmemoraciones más significativas de vez cuando, y solo de vez en cuando, simulaban el sacrificio de algún ser humano, eran los más débiles e inservibles, pero luego los curaban y agasajaban. Tan así vivían ricamente.
¡Y va!, en ese estado idílico y de paz perfecto, Cristóbal Colón, los “descubre” en el 1492, y se pervierte todo.
Hoy hace 529 años, más o menos, todavía lo recuerdan algunos dirigentes en activo, que allí estuvieron, o que se lo contaron estudiosos bien y noblemente informados.
¿A quién o quiénes conviene la hispanofobia?