el periódico ‘Hoja de la tarde’ de Valencia (España),
donde el 5-11-07, se publico el presente articulo.
Gran discusión se suscita con los ‘graffiti’ o el hecho de ensuciar las paredes. Son dos cosas sugerentes y a la vez controvertidas. Mirándolo bajo los ojos de ciudadano ejemplar es una porquería y si con los de poeta despeinado, pueden ser todo un ejercicio alegórico.
Es cierto que entre tantas inscripciones anónimas abundan las proclamas majaderas, las obscenidades más tediosas, los garabatos desquiciados de algún botarate enfermo de ególatria o exceso de idealismo libertario. Pero de vez en cuando, fugaz aparece un ‘graffiti’ que misteriosamente encierra una proclama que sugiere todo el desarrollo de una novela, con sus múltiples ramificaciones.
Nota de F.P.C.: No existen mujeres feas.
Otros provocan una ligera sonrisa por lo ocurrente de su contenido. Cuando una superficie es atacada proliferan las inscripciones en su entorno, cálidas de colorido o tétricas de intención.
Algunas hacen pensar que están escritas por mano longeva, por su trazo trémulo, reivindicando más justicia o aumento de pensiones, son gente que se sacude los grilletes de la rutina cotidiana y las diarias claudicaciones, permitiéndose una ‘ligera locura’, que quizá rejuvenezca.
Desde luego yo, nunca iría a un edificio emblemático, ni trataría de ensuciar algo digno o que causara perjuicio a terceros, pero en esas vallas de solares abandonados muros de estación del ferrocarril erosionados por el paso del tiempo, totalmente descuidados, puede que algún día corra el riesgo, coja un spray de color y me lance a la aventura de escribir. “La abundancia me hizo pobre la poesía rico”