Un cartel y el dorado otoño prendido de los chopos nos reciben, llegamos a Santa Eulalia
El Ayuntamiento enclavado en la plaza del mismo nombre, muestra una construcción amplia que data de 1913, si bien en varias ocasiones fue levemente remozado para mantener su representativa imagen.
El reloj, signo propio en muchos ayuntamientos, tiene un mecanismo que marcha perfecto, como la atención de este organismo hacia los habitantes de la localidad, mediante la eficacia del Alcalde, Concejales y funcionarios.
Recorriendo el lugar podemos encontrarnos con fachadas que muestran pequeñas pinceladas de su pasado histórico exhibiendo antiguos blasones en piedra, como los de la casa palacio de los Fuentes de Gilbert.
Continuamos por calles típicas y ceñidas, la de San Antonio entre otras, nos trasmuta hacia etapas anteriores.
La biblioteca pública, que exhibe el nombre de Isidoro de Antillón y Marzo situado en la Plaza del General Varela, donde en su parte central acoge un pequeño jardincillo y el monumento a este prócer del pueblo.
Isidoro de Antillón, nació en Santa Eulalia en 1778, fue unos de los más fervientes defensores de la abolición de la esclavitud de los negros, además es autor de una extensa obra geográfica, astronómica, matemática, jurídica, política, social y también literaria. Eso sin contar los pequeños opúsculos que se editaban de tanto en tanto y cuya búsqueda viene obsesionando a historiadores, entre los que se encuentra José María de Jaime Lorén.
Como distintivo más contemporáneo diremos que una bonita plaza de toros sirve a los espectáculos que, con carácter especial, se celebran en las ‘Fiestas Patronales’ durante el mes de agosto. Toreros, hoy día afamados, pasaron por este coso taurino en la ‘semana grande’ de Santa Eulalia del Campo, cuando comenzaban de novilleros.
El Toreo a caballo o de rejoneo, goza de gran aprecio en esta villa, donde siempre han sentido entusiasmo por la equitación